Cuando acudimos a una entrevista, preparamos todas las posibles preguntas acerca de nuestro currículum y la empresa que nos entrevistará, qué vamos a decir, cómo lo vamos a decir, nuestro tono de voz… y en ocasiones, no le damos demasiada importancia a nuestra expresión corporal.
Morderse las uñas mientras el entrevistador toma apuntes, moverse en la silla, jugar con algún objeto, no mirar a nuestro interlocutor, entre otros, son acciones inconscientes y que van a delatar algunos de nuestros sentimientos o pueden no dar una buena imagen. El entrevistador, que es un experto en el tema, siempre tomará en cuenta las respuestas verbales como las corporales y en ocasiones, tendrá más importancia la corporal. Al final, el conjunto de comunicación oral y corporal puede hacer que consigas pasar o no la entrevista.
Cuando entramos en la sala, nunca debes tener las manos en los bolsillos o cruzadas, da la impresión e indiferencia, prepotencia e incluso mala educación. El saludo ha de ser firme, con decisión y una sonrisa. La voz clara, con confianza, de modo que demos la sensación de estar seguro de nosotros mismos. Procura evitar hablar demasiado rápido o demasiado bajito, y evita estar en constante contacto con la otra persona, puede resultarle incómodo.
Una vez sentados, es cuando debemos cuidar al máximo nuestra posición y lenguaje corporal. Al sentarnos, procurar no hacerlo demasiado atrás, puede que el entrevistador lo perciba como falta de interés de lo que nos va a decir, al igual que si nos movemos constantemente en la silla, expresas aburrimiento y la sensación de querer irte ya.
En caso que nos sentemos demasiado delante de la silla e incluso apoyemos las manos en la mesa (hay que tener cuidado, no siempre esta bien apoyar las manos en la mesa), demuestras nerviosismo e intranquilidad. Por ello, debes sentarte de modo que te sientas cómodo, repartiendo el peso de forma equitativa en todo el cuerpo, de esta forma evitarás cansarte durante la entrevista y no te moverás.
No debemos cruzar brazos y piernas,esto da la sensación al entrevistador de que estás poco receptivo o interesado a lo que te pueda decir, mantén las piernas juntas y las manos sobre ellas. En caso de una mujer que lleve vestido, puede ladear ligeramente las piernas juntas a un lado, pero no cruzarlas, y siempre con la espalda recta, de este modo estamos más predispuestos a escuchar lo que nuestro interlocutor pueda preguntarnos.
Cuando hablemos, no bajar la mirada o esquivar los ojos en algún determinado momento, parecerá que somos inseguros o que estamos mintiendo, pero tampoco debemos mirar fijamente a los ojos de nuestro entrevistador, ya que podríamos llegar a intimidarle, de modo que podemos pasear la mirada por su rostro, así no dejemos de mantener contacto visual y no da sensación de que no le estamos escuchando.
Otro punto que debemos tener en cuenta en la expresión corporal son las gesticulaciones. Acompañarlas con nuestras palabras está bien, siempre que no nos excedamos con movimientos bruscos que pueden distraer a nuestro interlocutor o incluso ponerlo nervioso. Nuestros gestos deben estar equilibrados con las palabras, así que relájate y habla.
A pesar de estos apuntes, en ocasiones los nervios pueden jugarnos una mala pasada, y acabar jugando con nuestras manos, mordernos las uñas cuando el entrevistador no nos mira, jugar con las pulseras o anillos, tocarse la oreja (esto puede dar la impresión de que mientes), jugar con el cabello… todo ello son símbolos de nuestra inseguridad y nervios, por lo que debemos controlarnos y no hacerlo. En este caso, es mejor tener las manos sobre las piernas y no hacer nada con las manos.
Espero que haya sido de utilidad el artículo, comentad, compartid y recordad que nunca viene mal una sonrisa, dará la sensación de ser una persona receptiva y agradable, pero si lo hacemos demasiado puede llegar a verse fingida.
¡Nos leemos pronto!
Fuente: Apuntes propios.